''SATIRIZANDO EN EL XIX''
Como ya vimos hace unas semanas, una manera de mostrar la opinión pública es llevar a cabo sátiras que se incluían para posicionarse políticamente en una España en la que hasta el siglo XVIII, tan solo tenían cabida los grupos aristocráticos vinculados con el poder. Esto no quería decir que no existiese una opinión pública; tan solo que estaba oculta para evitar represalias del Antiguo Régimen, pues no se podía divulgar pensamientos que fuesen en contra de la Iglesia y el sistema. Por tanto, la información era unidireccional.
A raíz de la invasión napoleónica, se va a dar una exaltación de ideas, críticas, osea, la emersión de una opinión pública que hasta la fecha se encontraba en estado latente, y que ahora, desarticulado el poder a causa de la invasión francesa sale a la luz. No obstante, las opiniones críticas en estas fechas van a ir cargadas de connotaciones patrióticas (aunque también tenían cabida las de tipo político). Sin embargo, Una vez, que el rey vuelve, va a tratar de romper con todo el progreso conseguido con los liberales durante su Trienio. En respuesta, el monarca va a pedir ayuda al resto de potencias que conformaban el Antiguo Régimen para obtener de nuevo plenos poderes.
En este contexto, se sitúa el primer grabado que vamos a tratar. De tipo satírico, fue creado a través de la técnica del ''aguafuerte iluminado'', donde un voluminoso rey Luis XVIII trata de calzarse las botas mientras la corona cae en manos del comandante que dirige a los Cien mil hijos de San Luis, Luis Antonio de Borbón, duque de Angulema. En la parte inferior, reza la leyenda, en la que se explica que el monarca, a pesar de untarse grasa de haba, no consigue calzarse las botas de Napoleón al quedarles pequeñas. Se trata de una curiosa estampa, la cual es anónima (para evitar que se tomaran represalias), y que quizás fuese publicada dentro de esa ''periodicomanía'' que se lleva a cabo durante el Trienio.
Sátira de Luis XVIII |
Mientras que en la imagen inferior, aparece a un retrato caricaturizado de Napoleón, cuyo rostro lo conforman multitud de caras de todas las víctimas que perecieron bajo su yugo. Claro está, que es también una sátira que viene a decirnos el mal que trajo su presencia, por medio de un conjunto de descalificativos hacia su figura. La técnica empleada, fue la del ''aguafuerte y buril'' para dar relieve a la imagen. Era la Real Academia de San Fernando, la que premiaba la labor de los artistas,al igual que promovían temáticas para los concursos;ya que desde el poder se incentivaba el talento de los grabadores.
Sátira dedicada a Napoleón. Autor desconocido |