miércoles, 21 de octubre de 2015

PODER Y CONTRAPODER. EL MOTÍN DE ESQUILACHE

Poder y Contrapoder: El motín de Esquilache

En la confrontación poder-contrapoder,  el poder  trata de ganarse la opinión pública empleando  armas como son los medios de comunicación. De esta manera,  obtiene la legitimidad   de los gobernados.  En  muchas ocasiones, el  contrapoder procede del poder fruto de las escisiones  políticas.  Todos estos  conceptos se  observan en el Motín de Esquilache, en una España dieciochesca  donde la tradición impera, a pesar de la instauración de una nueva   monarquía  tras la  derrota de los austrias  en la Guerra de Sucesión. Fruto de  la  entrada de esa nueva dinastía,  se producen luchas por conservar las estructuras  del poder anterior (como sería el caso de la presencia de los consejos), que con las reformas   borbónicas se ven amenazadas; ya que las  viejas élites, encarnadas por una nobleza que hasta la llegada de los borbones,  mantenían  en dependencia al poder real.

El  Motín de Esquilache, es reflejo de la conflictividad entre el poder/contrapoder, y de las ardides empleadas por ambas partes  para ganarse  el favor de las masas.  Masa, que  no llega a ser adoctrinada por la Iglesia ya que es indomable. Y es que podía llegar a resultar peligrosa para el monarca, el poder por antonomasia,  si  se ponían del lado de uno  de los llamados "Grandes de España".

Sin embargo,  tanto el poder como el contrapoder, usaban siempre el mismo sistema para alterar la división de poderes: usar a la  plebe como ‘’carne de cañón’’.  De manera  que, a través del golpe de estado, se hacía un ejercicio de contrapoder con la finalidad  de  saltarse el poder constituido.  En el transcurso del motín,  tanto la Iglesia como los duques  de Medinaceli y Arcos interceden, lo cual  pareció que  se hizo a posta  para reflejar el orden.  Le piden al rey que su valido, el marqués de Esquilache fuese exiliado; de lo contrario su seguridad quedaría amenazada. Todo ello se debía  a la carestía de alimentos   que el marqués  estaba provocando en el pueblo, unido a las medidas impopulares adoptadas   (entre ellas la prohibición   del famoso capote español).

El monarca termina aceptando tras serle entregado un manifiesto donde se incluía a modo de decálogo, todo aquello que el pueblo quería  cambiar. Nadie a día de hoy sabe  ciencia cierta quien  fue el organizador de todo.

Curiosamente en aquel año,  los ciegos   fueron pregonando hojas impresas   por el librero Bartolomé de Ulloa  que reproducían todos los vaticinios  de Diego de Torres Villarroel  en el almanaque de 1766. Éste último,  había saltado a la fama  con El Gran Piscator Salmantino un año antes  pronosticando que el rey de Francia iba a fallecer.   Allí  se  pronosticaba,  que para el mes de marzo  un juez se descuida en los procedimientos justos: levántase un motín en su pueblo. Imprecisiones que  se podrían adaptar  a los hechos sucedidos.  A causa de la inquietud, el propio Torres tuvo que pedir disculpas, y en su siguiente publicación advirtió sobre la manipulación de  sus predicciones.

El Gran Piscator


No obstante,  parece ser que  se constituyó de manera jerarquizada, ya que la persona o grupo que lo  generó  tenía acceso  al poder. Se sospecha que tanto la Iglesia como la nobleza,  recurrieron al golpe   manejando el contrapoder plebeyo, y así invertir los papeles.

Tras esta lectura,  os  traigo imágenes que sirvan para ilustrar los acontecimientos:

El motín y la intercesión de los franciscanos

El rey acatando ''la voluntad del pueblo''



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